Enjoying Yogyakarta

Yogyakarta es el claro ejemplo de cómo un lugar que a priori no tiene nada interesante para ver, puede acabar siendo inolvidable.
Las ciudades asiáticas suelen ser un caos además de feas y estar súper contaminadas pero Yogyakarta se sale totalmente de ese estereotipo. 
No puede decirse que sea una ciudad bonita pero tiene algo, no sé que es... que nos atrapó y de ser, en principio, un simple punto estratégico para visitar los templos de Borobudur y Prambanan, Yogya (como así la llaman los locales) se convirtió en uno de nuestros lugares clave de Indonesia y, para mi, en mi ciudad asiática favorita. Su magnetismo se mereció 4 días de nuestro viaje.

Nada de grandes edificios ni gente obsesionada con ir a la caza de turistas. Casitas bajas, mucha vida callejera y
calles estrechitas y entrecruzadas invadidas por centenares de "becaks" (bicitaxis) y "rickshaw" (mototaxis).
Hay dos barrios imprescincibles en Yogya: el más auténtico es SOSROWIJAYAN, laberinto infinito de callejuelas llenas de vida local y la zona mochilera por excelencia. Buscamos hostel según lo que recomendaba la Lonely pero estaba todo lleno, así que fuimos buscando hasta que nos topamos con este de "we have room" y nos quedamos aquí.

125.000 rupias (unos 4 euros por persona y noche) la habitación doble. 
Sencillo y más que suficiente para descansar (importante llevar saco-sábana)


El otro barrio imprescindible de Yogyakarta es MALIOBORO. Sus mercados tradicionales y su calle principal llena de puestos callejeros de comida y tiendas en las que puedes encontrar cualquier cosa son su sello de identidad.


Haciendo amigos en los puestos de comida callejera.

El precio de comer en la calle un plato típico rico rico que te lo preparan en un plis plas es de unos 50 céntimos.
Aquí probamos el primer "Gado Gado" de Indonesia: frutos secos, maiz inflado, manteca de cacahuete, verduras, fideos y muchas especias.

En cuanto a las cosas que ver en Yogyakarta... poco (o nada) que decir. La ciudad tiene gancho por sí misma, lo mejor es el ambiente pero en la guía indica Yogya como punto importante para visitar el Kraton (palacio del sultán). Como curiosidad, decir que es la única ciudad de Indonesia que todavía está gobernada por un sultanato.


Así como la ciudad nos encantó, el Kraton nos decepcionó. Una especie de Topkapi a lo cutrísimo, una lejaaana sombra del Gran Palacio de Bangkok... Encima hay que pagar entrada 2 veces! merece poco la pena.


Estampas callejeras

 
Los niños aprovechan cualquier oportunidad para posar.
Y aquí tenemos a Raúl echando un partido en el barrio con uno de los propietarios de nuestro hostel y los colegas. Desde este día la gente lo saludaba por la calle cuando lo veía. Integración total!

Como no... fundamentales las paradas para repostar con cervezas locales.

A las afueras de la ciudad, fuimos al "bird market" que resultó que de lo que menos habían eran pájaros... mal rollo este sitio de compra-venta chunga de animales.

Sin duda nos quedamos con la autenticidad de los mercadillos, la rutina local y el ambiente callejero del laberíntico barrio de Sosrowijayan. Un buen lugar para disfrutar y cargar pilas.

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