Volcán Bromo

Desde Yogyakarta, y guiándonos por lo que nos iba marcando el destino, partimos en una furgo con un conductor loco, compañeros de viaje rusos, alemanes y la simpática pareja formada por una taiwanesa (Felix) y un pakistaní (Ashbal), ellos dos son lo mejor que nos llevamos de ese tour, sin duda!. Pues eso, nos vamos, si hay que ir al Bromo se va al Bromo, y punto!
Viaje largo, muy largo y lento por la cantidad de tráfico y el estado de las carreteras: velocidad media, unos 30km/h, aunque la sensación era de ir a 200 con adelantamientos imposibles a lo vietnamita.
13 horas fue lo que nos costó llegar hasta Cemoro Lawang, la aldea más cercana al volcán, está a una altitud de más de 2000 metros.
Nos alojamos en esta casa fantasma en la que hacía un frío que pelaba. Como dato positivo, decir que después de una semana y media en Indonesia este fue el primer sitio en el que nos duchamos con AGUA CALIENTEEE!! Oeoeeeee!
Al día siguiente visitamos el pueblo y nos
acercamos al Bromo ya que estábamos allí.

Lo de pagar por subir al Bromo nos pareció, además de una turistada, una tomadura de pelo. No recuerdo el precio pero no era nada barato, además, la cantidad de gente que subía en romería por unas escaleritas no nos llamó nada la atención así que, simplemente disfrutamos del entorno y del paisaje lunático.
Curioso lugar aunque hiper-explotado por el turismo. En mi opinión, el Bromo se lleva toda la fama pero cualquier otro volcán de Indonesia merece igual, o más, la pena. 
Continuamos el viaje... 

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