Amando y odiando India

Dicen que la India o se adora o se odia, aunque la mayoría de los viajeros nos hallamos a caballo entre ambos extremos.
Es un lugar distinto a todo lo que conozco de Asia. Siempre que vuelvo de un viaje tengo mil cosas que contar pero creo que es la primera vez que, cuando me pregunta la gente qué tal, no sé ni qué contestar.
Definiría la India como incómoda, intensa y conmovedora. Es difícil explicar, resumir... qué ha sido este viaje para mí. Cada viaje me remueve algo dentro pero esta vez, me cuesta trabajo explicarlo.




¿Odiada o amada? No lo sé. Dentro de un mismo día me ha inspirado, sobrecogido, he confiado en la gente, he querido huir de allí, he llorado, me he reído a carcajadas, me he frustrado, emocionado, he hecho amigos, he disfrutado y, casi al mismo tiempo, me he horrorizado.
Aquí unas notas viajeras de mis sensaciones...




AMANDO INDIA
- La gente maravillosa del país. Sus miradas descaradas, sus sonrisas, su amabilidad, su enorme curiosidad.
- El respeto por la vida y el karma. Cultivar el karma es la tarea principal del hinduísmo.
- Los colores. India es todo un paraíso fotográfico. Son tantas las escenas que se suceden por segundo a tu alrededor, que, si eres un fanático de las fotos como yo, sientes padecer una variante del Síndrome de Stendhal con las llamativas escenas callejeras coloridas y variadas.
- Las vacas por todas partes. Ir por una autopista esquivando vacas es toda una experiencia. Peligrosa, cierto, pero apasionante al mismo tiempo. Lo de esquivarlas andando por las calles es bastante curioso también, cuando pasan unos días, es como si toda la vida hubieses convivido con ellas.
- La comida. Paraíso vegetariano con mil sabores y opciones que probar. Muy poca gente come carne, de hecho, tanto en los productos de supermercado como en los menús de restaurantes te marcan con un llamativo NO VEG. todo aquello que lleva algo de carne. Apuntar también que el picante es muy fuerte para lo que estamos acostumbrados pero basta con advertir un "not spicy" al pedir comida para saborearlo un poquito.
Como dato negativo: He de decir que soy fan de la comida callejera pero India es el único país en el que no me atreví ni a probarla.
- Una de las cosas que más me ha llamado la atención ha sido la densidad de población. Simplemente alucinante cómo no paras de ver gente en toodo el día. Si haces un trayecto largo por carretera da igual en qué momento mires por la ventana porque al otro lado, siempre hay alguien cruzando una mirada contigo. No digo ya nada en las ciudades, donde dar un paseo se convierte en toda una odisea. Para mí, ese caos organizado es de las mejores cosas del país.
- El ambiente comunitario en el que todos comparten momentos de oración, meditación, yoga... A pesar de las desigualdades, el ambiente espiritual es el mismo para todos y les encanta compartirlo. Cuanta más gente mejor.

ODIANDO INDIA
-  Las castas. India se caracteriza por tener jerarquías y valores muy marcados, hace miles de años se impuso la jerarquía social de castas, que a día de hoy sigue vigente. Son heredadas al nacer, y establece la posición, el matrimonio, las relaciones sociales e incluso la profesión de las personas.
Existen cuatro castas fundamentales, jerarquizadas de mayor a menos pureza en las que se divide la sociedad:
Según el tipo de trabajo están los Brahamanes o sacerdotes; los Khastriyas guerreros y administradores; los Vaishyas, comerciantes, y los Shudras, gente trabajadora que se dedican a trabajos manuales.
En último lugar, el estrato más bajo de la sociedad se encuentran los intocables o Dalits, que son los “excluidos”, estos representan aproximadamente  el 16% de la población (más de 190 millones de personas).
Millones de personas sin ningún tipo de aspiración, ni de ilusión más que la de vivir el día a día con una resignación pasmosa.
- La suciedad. Todo está lleno de basuras y de excrementos de animales.
- Las cosas incomprensibles. Por nombrar un ejemplo, las redes de carreteras alucinantemente buenas (entre las ciudades). El dinero que hay invertido ahí choca con el día a día de la mayoría de la población en situación de malnutrición y pobreza.
- La contaminación acústica de las ciudades.
- La mendicidad. Viajando a India, lo mires por donde lo mires, eres un turista más y, simplemente aprendes a mirar hacia otro lado. En ciudades como Varanasi llega a sobrecoger.
- Los slums (suburbios entre montañas y montañas de basura) Gracias a la ONG "Semilla para el Cambio" los visité. Para mí, lo más duro del viaje.
- El machismo. Pocas mujeres por la calle (en comparación con hombres) y prácticamente ninguna trabajando. Cuando una mujer se casa debe abandonar a su familia e irse a vivir con la del marido con una buena dote, por supuesto. Por esto todos ansían tener niños varones.
- El maltrato animal. Todo está lleno de vacas, perros, monos, ratas...Y bueno, se entiende que justo les viene para vivir a las personas... pero mucha tela las condiciones en las que malviven muchos animales por la calle. Concretamente los perros. Los hindúes creen en la reencarnación y piensan que los perros son reencarnaciones de ladrones por lo que los tratan fatal.

INDIA EN SOLITARIO
Viajé sola a la India y durante mi recorrido, aunque la mayor parte del tiempo estuve acompañada por otros viajeros, guías, conductores, gente de ONGs, etc... me moví en solitario por ciudades como Delhi, Agra, Puskhar y Benarés.
Todo a tu alrededor es desconcertante pero para nada es peligroso. En cuanto a seguridad, no tengo ni una sola experiencia negativa. Respetar su cultura es fundamental, saludar como saludan ellos, compartir algún ritual religioso o de meditación, mantener distancias y no llamar la atención es básico para pasar desapercibida. Eso, y convivir con la suciedad, el caos, el ruido y las miradas indiscretas de la gente que te rodea. En realidad, adaptarse a India no es fácil.




Toda una aventura para la que, opino, tienes que ir preparado mentalmente.

Para disfrutar, hay lugares mejores.
Para SENTIR, India es inigualable.

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