Descubriendo a los Toraja: día 1

Un viaje por la región de los Tana Toraja (tribu ancestral del centro de Sulawesi) es como introducirse en un documental cultural de lo más impactante. Los arrozales en terraza, donde los agricultores trabajan junto a sus búfalos, están salpicados por casas enormes con elaboradas pinturas y tejados en forma de barco.

Durante unos días recorrimos gran parte de esta región en moto. Muy seguro y recomendado.

La tribu tiene muchas tradiciones pero la principal es toda la parafernalia que montan en torno a los funerales.
La vida para los Toraja gira en torno a la muerte. Se pasan toda la vida ahorrando el dinero necesario para enviar a sus muertos al más allá como es debido. Sin los ritos funerarios adecuados, el alma del difunto provocará desgracias a su familia por lo que muchas se arruinan con el funeral y tardan años en volver a recuperarse. Esto crea la curiosa situación de que para enterrar al siguiente fallecido de la familia pueden pasar varios años y así se pueden acumular unos cadáveres con otros (el cadáver lo guardan en casa hasta entonces). 
Una invitación para visitar al fallecido es todo un honor. Si se acepta, no hay que olvidar dar las gracias al difunto y pedirle permiso para marcharte, como se haría con un anfitrión vivo.
Las ceremonias
funerarias reúnen a familias que pueden estar dispersas por lugares tan alejados como Papúa u otras islas del Pacífico. Los funerales duran varios días y en ellos sacrifican montones de búfalos y cerdos. Además bailan muchas danzas tradicionales y hay suficiente comida y bebida para todos los asistentes que lleguen a la fiesta. Según sea el nivel socioeconómico de la familia los funerales son más o menos vistosos.

El primer día explorando esta zona, vimos que decenas y decenas de camionetas con cerdos y otras tantas personas a pie con búfalos se dirigían hacia el mismo sitio, así que los seguimos.
Llevan a todos los animales vivos y los van sacrificando poco a poco durante los días que dura el funeral. 
Aquí había más de 200 cerdos y contamos 80 bueyes. La mayoría son regalos de familiares y vecinos.
Llegamos a esta aldea tan maja muy expectantes.
De pronto nos topamos con este cartel de bienvenida de los difuntos. Más tarde descubrimos que la "reciente" fallecida era la mujer mientras que el hombre había fallecido 2 años antes pero los enterraban a los dos a la vez después de haber guardado en casa sus cuerpos durante 3 años el del hombre y 1 el de la mujer (vaya tela!). Las niñas de la derecha eran familiares e iban con sus mejores galas.
Siempre pidiendo aprobación para hacer fotos.
Allí ocurrían cosas constantemente y , en un principio, no entendíamos nada! Uno de los inconvenientes de ir sin guía... Allí nadie hablaba inglés y no podíamos hacer otra cosa que observar, alucinar y preguntarnos el por qué de absolutamente todo.
Y bueno, uno de los mayores golpes de suerte que tuvimos en todo el viaje nos ocurrió aquí mismo. Le preguntamos a un chaval que chapurreaba un poco inglés sobre la difunta y los rituales que estábamos viendo. Resultó que los difuntos eran sus abuelos! y nos invitó nada más y nada menos que al palco familiar a presenciarlo todo. Allí, en primerísima fila nos invitaron a té, galletas, frutos y nos trataron como si fuésemos de la familia. 
Además de esto, decir que esta familia era de alto standing por poder permitirse semejante celebración. En los días siguientes vimos más funerales pero ninguno tan opulento como este.
Comenzado el espectáculo, yo rezaba para que indultaran a los animales pero los pobres iban a ir cayendo de uno en uno en una sobrecogedora fiesta de chillidos y sangre no apta para gente sensible. madre mía!
Como la fiesta iba para muy largo, nos despedimos de la amable familia y continuamos explorando la zona. 
Llegamos a otra aldea confiados de la amabilidad de la gente pero tuvimos que irnos porque detectamos que allí no éramos bienvenidos, así que simplemente saludamos y, sin bajarnos de la moto, nos fuimos.

Llegamos a otra aldea y allí el destino nos tenía preparado un encuentro con dos de las mejores personas locales que nos cruzamos en Indonesia: Reski (de Sulawesi) y Natalia (de Papúa): dos estudiantes que estaban en una especie de "campamento universitario". Alucinadas, más ellas que nosotros, salieron a recibirnos mientras hacíamos unas fotos y nos invitaron a pasar a su albergue a tomar café y galletas. Por supuesto que fuimos con ellas. No podían entender qué hacíamos por allí sin guías ni nada!!
Nos propusieron quedar al día siguiente.
Ellas, en su moto, se ofrecían a hacernos de guías por los alrededores de Rantepao, y a cambio practicaban inglés. Obviamente era un chollo para nosotros ir tan bien acompañados así que aceptamos la propuesta.
Tras los sacrificios de bueyes que se hacen en los funerales, conservan los cuernos de estos y los colocan a modo de decoración en la entrada de sus casas.
El número de cuernos expresa el caché de la familia.

Tras un día en el que los Toraja superaron nuestras expectativas, volvimos a Rantepao para descansar. Nos quedaban 2 días por delante para seguir conociendo sus costumbres.

Actualmente (2016), Natalia Tangke, una de las dos chicas que conocimos aquí, es guía turístico en la zona Toraja. Dejo aquí su email por si a alguien le interesa contactar con esta chica local: Natlinatalia400@gmail.com

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