Belfast

Capital de Irlanda del Norte, Belfast fue tristemente conocida durante las últimas décadas del siglo XX por ser uno de los lugares con más violencia debido al conflicto causado por la división de Irlanda.
Los alojamientos son bastante caros. Un hostel de los más sencillos, en temporada baja y con baño compartido nos costó 44 libras la habitación doble con desayuno.

Pongo el enlace porque nos gustó la atención recibida y las opciones de desayuno (está a unos 25 minutos andando del centro): Hostel Botanic Rest Queens Quarter.
Hoy en día en las calles del centro y del sur de Belfast existe una convivencia pacífica.
Bonita ciudad, limpia y agradable. La zona del City Hall (uno de los ayuntamientos más bonitos que he visto), Donegall Square y Royal Avenue son las señas más culturales y turísticas de la ciudad.
En el centro hay un monumento dedicado a las víctimas del Titanic (el trasatlántico se construyó en Belfast)
Pero, por desgracia, el conflicto sigue latente(y mucho) en los barrios de las afueras (al este y al oeste) entre sus dos principales comunidades: los protestantes (ingleses) y los católicos (o bien porque se sienten irlandeses o bien porque son ingleses con una religión distinta).
 Esto se puede apreciar en barrios como los de Shankill Road (zona protestante) y Falls Road (zona católica) con sus famosos murales.
Barrios en los que pasear no es cómodo. Poca gente anda por las calles y aquellos con los que te encuentras te lanzan miradas entre desconfiadas y desafiantes. 
Que en una ciudad europea, en pleno siglo XXI, haya barreras que delimitan y separan vecindarios dentro de una misma ciudad, a mí personalmente me sobrecogió muchísimo.
Estas puertas permanecen abiertas durante el día pero se cierran cuando anochece.
Shankill y Falls Road son lugares muy visitados por el turismo. No ocurre lo mismo con Madrid Street (al otro lado del río Lagan), lugar del que ni siquiera había oído hablar, pero que nos señalaron como lugar interesante para ver las consecuencias del conflicto político-religioso. Cogimos un taxi y nos plantamos allí.



Las sensaciones junto a lo que vimos nos dejaron sin palabras.



Barrios separados permanentemente por vallas, mal rollo por las calles, pintadas y altares que recuerdan asesinatos de uno y otro bando. Las vallas son porque actualmente los vecinos se siguen tirando botellas de cristal y demás cosas... .
Esta cara de Belfast me resultó muy impactante, no me esperaba el conflicto tan evidente.
El Río Lagan atraviesa la ciudad. Es necesario cruzarlo para ir a zonas como Madrid Street o a la estación de trenes que fue nuestra última parada en Belfast.
Seguimos la ruta, destino... Dublín!!

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